viernes, 2 de marzo de 2018

Debut más agrio que dulce para Colombia en la Libertadores 2018

Esta semana debutaron los cuatro equipos colombianos en Libertadores, con un saldo más agrio que dulce, 5 puntos de 12. De los 4, los tres que fueron locales fueron incapaces de ganar, mientras que Nacional se llevó la victoria de visitante.


Sobre el papel el grupo de los verdes es el menos competitivo, y el partido del pasado martes era el que en teoría representaba más dificultades, aunque Colo-Colo fue un equipo limitado, sin variantes de ataque, dependiente del talento de Valdivia que se ve solo en un equipo estático. Nacional fue inteligente, esperó en 3/4 de cancha y metió una de las que tuvo. Los chilenos carecieron de respuestas futbolísticas y fueron incapaces de imprimirle el vértigo que requiere un partido que se va perdiendo y de local. Nunca el trámite pareció anticipar un empate de los chilenos y ahora Nacional parece un fijo en octavos de final.

Millonarios se la vio con un equipo de mucho más oficio como Corinthians, un equipo que jugó a lo que juega la Selección Brasil, a entregar la pelota y esperar que el rival juegue todas sus cartas para salir y golpear. Millonarios es un equipo corajudo, que corre todo el partido y se para bien en defensa, pero al que le falta talento para atacar. En la segunda mitad Millonarios llegó hasta donde Corinthians permitió. El Timao fue un equipo corto, con dos puntas que corrían a balones al espacio, mientras que el juego de Millonarios incapaz de generarse en sus mediocampistas, tuvo que gestarse desde sus defensores y ese es un problema. Un empate justo por el trámite del partido, amen de un palazo de Corinthians en la segunda parte, y la calidad de ese arquerazo que es Faríñez. Ar-que-ra-zo.

Por la derrota 0-3 de Junior con Palmeiras es culpable Germán Gutiérrez que se hace expulsar por tirar una patada al pecho en los primeros 10 minutos del partido, pero también Alexis Mendoza, DT del Junior, al no restablecer inmediatamente el hueco en defensa, que fue por donde entró el primer gol de Palmeiras. Con un jugador menos y el marcador abajo, el partido ya presagiaba en 20 minutos lo que finalmente sucedió. 

Santafé cometió un error individual que le costó el empate y a partir de ahí fue un mar de nervios; la sacó barata en el partido que en teoría era el menos complicado. Con el marcador empatado, Santafé se partió totalmente, había como 20 metros entre línea y línea, lo cual permitía que todos los rebotes fueran de Emelec, un equipo recio, fiel al estilo ecuatoriano de potencia física y corpulencia. Cuando Santafé necesita ir al frente pierde los papeles y ataca como puede, es decir tirando bolas entre líneas separadísimas, lo cual implica que los receptores siempre van a recibir el balón de espaldas, y que el trabajo del rival va a consistir simplemente en anticipar. Le falta mucho trabajo a Santafé.

Ahora toca recuperar los puntos perdidos en partidos que por pergaminos serán mucho más difíciles, Santafé con River, Millonarios con Independiente y Junior con Boca Juniors, todos en Buenos Aires; Nacional recibe a Delfín (así se llama) de Ecuador. Nada en el fútbol está escrito pero el futuro de los 4 empieza a tener contornos claros.

Gracias comentaristas deportivos colombianos

Como usualmente sucede, la transmisión de Millonarios-Corinthians, la de Santafé-Emelec y la de Junior-Palmeiras resaltó por su calidad técnica y por la pobreza en el análisis de sus comentaristas. No me sorprende en absoluto, de hecho es normal que los periodistas deportivos en Colombia, a excepción de dos o tres, no tengan ni idea de fútbol.

Particularmente, cuando veo una transmisión me gusta que los comentaristas revelen situaciones del partido que yo fui incapaz de percibir, y que como "expertos en fútbol" están calificados para identificar. Pero eso no sucede. Los comentaristas son incapaces de analizar un partido con algún grado de profundidad y terminan describiendo lo que es evidente o rellenando los espacios vacíos que deja el narrador con frases refrigeradas. Por ejemplo, si hay muchos centros, un comentarista colombiano promedio diría "hubo centros" (no falta el que dice "hubieron" centros), lo cual resulta bastante patético e innecesario.

Tampoco los culpo. No es fácil leer un partido, para desentrañar las dinámicas que rigen un juego se requiere haber visto mucho fútbol y ese no es su caso. Pero la situación se ha hecho tan impune que he aprendido a conformarme, a simplemente pasar por alto todos sus comentarios y hacer de cuenta que son un hincha más que tiene derecho a decir lo que quiera. 

Pero eso no es todo. Estoy resignado a que un comentarista en Colombia no haga un análisis clarificador, a que no contribuya con datos importantes (mucho menos que los sepan), así que simplemente me conformo (o he aprendido a conformarme) con que comenten lo que ven. Pero ni eso pueden. Los comentaristas colombianos son desatinadísimos, como si estuvieran transmitiendo otro juego. Dicen cosas que no concuerdan con el desarrollo de los partidos, y como el público en general hace lo mismo, es decir, dar por sentado que no hay nadie hablando, los comentaristas cada vez tienen menos control y dicen lo que se les canta. He terminado por bajarle el volumen y presenciar transmisiones perdiendo el sonido ambiente que es un ingrediente importantísimo del fútbol. Todo con tal de no aguantar las irrealidades con las que salen.

Supongo que en el fondo me corroe la cochina envidia de que un tipo o mujer que no sabe nada de fútbol viva de comentarlo, que los lleven a cubrir partidos nacionales o internacionales, que tengan acceso a estadios, a la grama, a los camerinos, a interactuar con los jugadores (por respeto a sus familias no diré nada sobre las preguntas que les hacen antes y después de los partidos), y todo eso a mí me encantaría, vivir del fútbol, tener una entrada económica y que Win Sports, o Fox Sports, ESPN, RCN o Caracol, me pagaran a mí en vez de pagarles a esos sujetos que solo dicen cosas por decirlas. Así que lo admito, es envidia de que una gente que no sabe de fútbol viva de hablar de fútbol.

Yo sé que es muy hijue#@$&% culpar a un empleado por lo simplón de su trabajo y mucho más exhortar a sus jefes a ejercer más control.  No es eso lo que pido (a menos que me busquen a mí). No es necesario prescindir de sus servicios, sí hacerlos caer en cuenta de todas las incoherencias y contradicciones en las que caen. Que por favor los jefes de recursos humanos consigan un experto, o alguien que sepa medianamente de fútbol, y con cuidado examinen al azar cualquier transmisión para identificar la cantidad de disparates que dicen por partido. Notarán que no es mentira lo que digo. 

Por otro lado, en el fondo también agradezco su incapacidad de análisis, o sus análisis triviales, porque me han exhortado a hacer mi propio análisis. Y por favor no se malinterprete que soy prepotente y que me ufano de mi conocimiento futbolístico; es solo que he visto mucho fútbol en mi vida y por haber puesto gran parte de mi ocio en él, he desarrollado la capacidad de por lo menos identificar las dinámicas más decisivas en un partido, además no me las invento.

Así que la incapacidad de los comentaristas en Colombia ha sido el puntapié inicial de mis propios análisis. Gracias. Empezaré con el debut de los equipos colombianos en Copa Libertadores 2018.

Malos jugadores

Una de las 1000 razones que hacen de Lio Messi el mejor de la historia, me atrevo a decir la más importante, es su amor al fútbol. Desde que veo este deporte en cualquiera de sus formas recuerdo pocos jugadores que disfrutaran tanto con el balón a sus pies. Es una idea en apariencia simple pero nada superficial. Hay otros jugadores que también aman el fútbol, pero aman más ganar en el fútbol, lo que constituye una visión y por ende una manera de vivir el fútbol diametralmente opuesta. 

Messi juega para tener el balón en su poder, para sentir el placer de tocarlo con su pie una y otra vez. Entonces en una carrera Lio busca lo que quiere, no importan las patadas, las zancadillas, los halonazos en la camiseta cuando deja rivales desperdigados, su objetivo es no despegarse del balón. Su amor es la pelota y salvo una entrada que realmente lo desestabilice él seguirá corriendo como el niño que corre detrás de su juguete.

El amor a ganar es otra cosa. Amor a ganar es el caso de Luis Suárez, de Robben, de todos los jugadores que se atreven a ensuciar el deporte con una "picardía". Aunque tengan las condiciones para ser número uno, jamás lo serán porque la condición más importante es un amor a la pelota más fuerte que cualquier otra cosa. Querer ganar los ha hecho inventar faltas, perder tiempo deliberadamente, pegar, pegar y hacerse la víctima, engañar a un defensa que fue a hacer su trabajo y terminó siendo timado por la mala intención de jugadores como estos.

Todos ellos serán siempre segundones. Porque al hacerlo, inconscientemente aceptan no ser ni estar lo suficientemente capacitados para ganar con talento, ellos dan por sentado que los medios justos son insuficientes y en consecuencia requieren de comportamientos como estos, totalmente extradeportivos. Solo logra ser mejor quien cree que puede ser el mejor. 

Si yo fuera Director Técnico y mi delantero finge un penalty, aunque no lo piten, yo lo sanciono tres fechas y me importa un carajo que sea la estrella. Como se atreve a enviarle ese mensaje a sus compañeros, a ensuciar mi amado deporte. ¿Cual es el mensaje de un jugador que a pesar de las patadas y las faltas continúa hasta donde puede? El mensaje es vamos a dar lo mejor de cada uno, vamos a demostrar con fútbol que somos mejor equipo. El mensaje de quien se tira es "no podemos, no somos capaces, esperemos que esto sirva de algo".

Así que más trabajo desde el cuerpo técnico con la formación de personas, es por su propio bien. Vamos a censurar esto desde el cuerpo técnico y no a esperar que sea castigado desde la comisiones arbitrales. A fin de cuentas se trata de no mentir, y si nadie dice nada, significa que todos son convenientes, que no hay integridad y que están dispuestos venderse al mejor postor. ¿Alguna vez vieron tirarse a Messi? Yo no.

En defensa de Ney

En estos días le tiraron a Neymar un balón de 40 metros, el tipo ve venir la pelota, se gira y la baja con la espalda, cuando el balón está muerto, le mete el pie por debajo y le tira un globo a un defensa que de inmediato lo agarra de la camiseta y detiene la jugada. Así debería responder cualquier jugador, o cualquiera con algo de sangre en las venas. El rival acometido actuó como correspondía.

Los actores externos, es decir todos los jugadores alrededor, técnicos, directivos, hinchas, periodistas, todos, deberían ponerse de pie y aplaudir que existan jugadores como Neymar con la capacidad de convertir el fútbol en espectáculo, de convertir en magia una jugada que no anticipa mayor cosa. 

Sin embargo hay "amantes del fútbol" que critican eso. Que les molesta que haya un jugador que se salga de las normas e incluso hablan de "falta de respeto", y se atreven a utilizar palabras como "payaso", "ridículo", "sobrado". Por jugadores como Neymar es que el fútbol es bello. No voy a negar que a veces peca de dramático, pero lo que hace cuando tiene el balón en los pies es espectacular (o en la espalda), continúa la cadena brasileña del talento, del amor a la pelota que nos hace correr a ver la jugada. Gracias Brasil por eso.

Que haga una y mil de esas, que las haga en el minuto 1 y en el minuto 90, que sea irresponsable, que se divierta lo que más pueda, Neymar y todos los amantes del fútbol, porque finalmente eso solo lo hace un amante del fútbol; que tiren tacos, que hagan malabares, que hagan valer cada centavo que un hincha paga por ir a verlos a la cancha. Ante una jugada así estoy de pie y con las palmas rojas de aplaudir. Mucha fuerza a Ney en su recuperación. El fútbol lo necesita en su fiesta más importante.