Hay dos modelos en cuanto manejo de personal. El “humanista” que da prelación al ambiente laboral, la estabilidad, la antiguedad, la comunión entre sus integrantes; y el modelo “pragmático” de competencias y logros que se renuevan en la prontitud posible por la urgencia de resultados. El primer modelo es para empresas de crecimiento estable, de logros lentos pero seguros que crean una atmósfera saludable en la que sus empleados pueden desarrollar todas sus destrezas por sentirse cómodos; el segundo es más vertiginoso, se alcanzan más resultados en menor tiempo y de mayor alcance, pero sobre esas empresas el rigor del fallo es más intenso si los frutos no son los esperados.
El Real Madrid ejecuta el segundo. Su facturación, que lo corona lejos como el equipo más popular del mundo, le permite vender merchandising donde quieran, contratar sin problemas a quien quieran y sin problemas también desechar a quien quieran. No importa que durante la gestión de su presidente Florentino Pérez el Barcelona haya ganado tres veces lo que ellos han ganado. El ranking de la UEFA los sitúa primeros y primeros son sus números extravagantes.
No importan tampoco los niveles individuales superlativos ni las goleadas con las que aplastan a los demás. Permanecer en el Real Madrid está más allá del rendimiento deportivo. Si no (la siguiente es una corta lista de jugadores que salieron en el cenit de su carrera) qué pasó con Ozil, Di maría, Kaká, Essien, Higuaín, Adebayor, Van der Vaart, Xabi Alonso, Casillas. Qué pasó con Mourinho, mejor entrenador porcentualmente hablando de la historia del club, o Ancelotti, ganador de la esquiva décima Champions, o hasta Rafa Benitez que a pesar del ridículo en la Copa del Rey por la alineación de un jugador inhabilitado, días antes de su destitución le había metido diez goles al Rayo Vallecano y contaba con todo el apoyo de la junta directiva. ¿De qué forma se explica la contratación de “Chicharito” Hernández y su despedida un semestre después? La respuesta está en el número de camisetas vendidas en México y EEUU con un “Chicharito” en el espaldar.
Los hinchas y sobre todo la prensa madrilista se han apropiado del modelo corporativo y silban si el equipo no golea, si no juega bien, si no hay espectáculo, si no hay caras nuevas y si las caras nuevas no son las más mediáticas. De ahí que sea un equipo sin ídolos. Fácil llegan, fácil se van. ¿Qué se puede esperar si Cristiano Ronaldo ha salido chiflado del Bernabeu? Y no es el primero. La era de los galácticos, la de Zidane, Ronaldo, Figo, Beckham también tuvo tardes de insulto y silbatina. Diría que el último gran ídolo fue Raul y de eso hace diez años. Si no hubiese sido canterano también habría salido por la puerta de atrás.
El Real Madrid ejecuta el segundo. Su facturación, que lo corona lejos como el equipo más popular del mundo, le permite vender merchandising donde quieran, contratar sin problemas a quien quieran y sin problemas también desechar a quien quieran. No importa que durante la gestión de su presidente Florentino Pérez el Barcelona haya ganado tres veces lo que ellos han ganado. El ranking de la UEFA los sitúa primeros y primeros son sus números extravagantes.
No importan tampoco los niveles individuales superlativos ni las goleadas con las que aplastan a los demás. Permanecer en el Real Madrid está más allá del rendimiento deportivo. Si no (la siguiente es una corta lista de jugadores que salieron en el cenit de su carrera) qué pasó con Ozil, Di maría, Kaká, Essien, Higuaín, Adebayor, Van der Vaart, Xabi Alonso, Casillas. Qué pasó con Mourinho, mejor entrenador porcentualmente hablando de la historia del club, o Ancelotti, ganador de la esquiva décima Champions, o hasta Rafa Benitez que a pesar del ridículo en la Copa del Rey por la alineación de un jugador inhabilitado, días antes de su destitución le había metido diez goles al Rayo Vallecano y contaba con todo el apoyo de la junta directiva. ¿De qué forma se explica la contratación de “Chicharito” Hernández y su despedida un semestre después? La respuesta está en el número de camisetas vendidas en México y EEUU con un “Chicharito” en el espaldar.
Los hinchas y sobre todo la prensa madrilista se han apropiado del modelo corporativo y silban si el equipo no golea, si no juega bien, si no hay espectáculo, si no hay caras nuevas y si las caras nuevas no son las más mediáticas. De ahí que sea un equipo sin ídolos. Fácil llegan, fácil se van. ¿Qué se puede esperar si Cristiano Ronaldo ha salido chiflado del Bernabeu? Y no es el primero. La era de los galácticos, la de Zidane, Ronaldo, Figo, Beckham también tuvo tardes de insulto y silbatina. Diría que el último gran ídolo fue Raul y de eso hace diez años. Si no hubiese sido canterano también habría salido por la puerta de atrás.
Yo prefiero el fútbol amateur. El de grandes logros inesperados. El de los equipos con ídolos al estilo Gerard en Liverpool, Buffon en la Juve, Maldini en el Milan o Tévez en Boca. Me considero fanático del jugador que no se vende, el que se queda por simple sentido de pertenencia y al que la gloria le suena más que los millones. Hay más valor en ser campeón con el menos grande porque implica más superación. Tengo que nombrar al Leicester City, que después de haber luchado la permanencia en primera se convirtió campeón en la liga más competitiva del planeta. Eso es fútbol, eso es mérito y merecen todos los aplausos de quienes amamos este deporte. El Madrid puede hacer lo que quiera con su dinero, pero no puede comprar fútbol, solo desentendidos del deporte que adquieren una marca o hinchas que con seguridad abandonarán el barco si la situación un día se complica.
Naturalmente hace décadas que la dinámica del fútbol se supedita al dinero alrededor, es solo que el Real Madrid lleva ese patrón al extremo de convertir sus jugadores en cifras, de deshumanizar. Para los fanáticos del Real Madrid el fútbol debe consistir en mantenerse como celebridad mediática en detrimento del hecho de ser una institución deportiva. Eso no está mal de ningún modo, pero no estoy de acuerdo en rescindir contratos o en no renovarlos cuando algunos jugadores y cuerpos técnicos están en el pináculo de sus rendimientos deportivos. Que quede claro que el modelo “pragmático” de empresa no solo es importante, si no necesario. Lo que está mal es que las riendas un equipo se deban al marketing.
Seguramente su presidente debe estar muy preocupado con mi opinión. Ese presidente audaz que ha puesto su equipo en boca de la población mundial para bien o para mal, y que por eso se puede dar el lujo de contratar a quien quiera, por decir alguien, el goleador de la próxima Copa del Mundo (si no es Messi). Para Florentino, el Real Madrid es centro de un constate ataque por parte de la prensa mundial y está en lo cierto. Es imposible no incluirlo en cualquier conversación sobre fútbol, como yo, que con esta columna me adhiero al grupo de chupasangres que hacen eco del nombre del Club y su historia para llamar la atención -como hacen millones de periodistas y columnistas alrededor del globo-. Tiene razón Don Florentino Midas.
Mis reconocimientos a una corporación de números perfectos (deseo que así sea mi empresa) pero que cada vez está más lejos de su razón social y original. Tenía que destacar la calidad deportiva de algunos jugadores que en mi concepto merecieron una suerte diferente a su traslado furtivo después de haber sido estrellas rutilantes en la consecución de logros, y la de aquellos que pronto serán relegados cuando el Real haya sacado todo el jugo de su imagen, cuando haya vendido tantas camisetas como le es posible con un nombre particular en el espaldar. Esas son las órdenes de su patrón y así están bien.
Naturalmente hace décadas que la dinámica del fútbol se supedita al dinero alrededor, es solo que el Real Madrid lleva ese patrón al extremo de convertir sus jugadores en cifras, de deshumanizar. Para los fanáticos del Real Madrid el fútbol debe consistir en mantenerse como celebridad mediática en detrimento del hecho de ser una institución deportiva. Eso no está mal de ningún modo, pero no estoy de acuerdo en rescindir contratos o en no renovarlos cuando algunos jugadores y cuerpos técnicos están en el pináculo de sus rendimientos deportivos. Que quede claro que el modelo “pragmático” de empresa no solo es importante, si no necesario. Lo que está mal es que las riendas un equipo se deban al marketing.
Seguramente su presidente debe estar muy preocupado con mi opinión. Ese presidente audaz que ha puesto su equipo en boca de la población mundial para bien o para mal, y que por eso se puede dar el lujo de contratar a quien quiera, por decir alguien, el goleador de la próxima Copa del Mundo (si no es Messi). Para Florentino, el Real Madrid es centro de un constate ataque por parte de la prensa mundial y está en lo cierto. Es imposible no incluirlo en cualquier conversación sobre fútbol, como yo, que con esta columna me adhiero al grupo de chupasangres que hacen eco del nombre del Club y su historia para llamar la atención -como hacen millones de periodistas y columnistas alrededor del globo-. Tiene razón Don Florentino Midas.
Mis reconocimientos a una corporación de números perfectos (deseo que así sea mi empresa) pero que cada vez está más lejos de su razón social y original. Tenía que destacar la calidad deportiva de algunos jugadores que en mi concepto merecieron una suerte diferente a su traslado furtivo después de haber sido estrellas rutilantes en la consecución de logros, y la de aquellos que pronto serán relegados cuando el Real haya sacado todo el jugo de su imagen, cuando haya vendido tantas camisetas como le es posible con un nombre particular en el espaldar. Esas son las órdenes de su patrón y así están bien.