viernes, 26 de septiembre de 2014

¡¡Qué grande Mario!!



Fui testigo con mis 28 años (y tengo el privilegio de recordarlo) de las clasificaciones a USA 94 y Francia 98. Tengo  grabado el 5-0 contra Argentina. A "El Pibe" tremendo en el Monumental, a Maradona aplaudiendo después de declaraciones polémicas, a mi Selección llegando al mundial como favorita. Viví también con intensidad la actuación para Francia 98. Una eliminatoria que hasta la primera ronda fue cómoda y que en algún momento se llegó a complicar por cuatro partidos sin sumar de a tres, pero que en buena hora fue corregida y en la que se clasificó con relativa tranquilidad después de tres victorias en línea. 


Por eso, porque estaba acostumbrado a que la Selección clasificara con holgura, fue que la eliminación del mundial de Corea del Sur y Japón dolió como dolió. Y aunque la Selección de esa eliminatoria estuvo lejos en rendimiento de la generación anterior, la amargura igual fue tremenda, como lo fue para los mundiales de Alemania y Sudáfrica. A un gol y a un punto estuvimos de clasificar respectivamente. A este consuelo inútil sumo que hubo un par de jugadores que dejaron su humanidad en la cancha durante esos 16 años de eliminatorias. En cada una de las tres hubo quienes lo merecieron, sólo uno en mi concepto lo mereció por las tres, con creces. Mario Yepes.


De ahí que si alguien mereció este mundial fue él. Al final de su carrera logró aquello por lo que trabajó desde su inicio. ¡Y cómo lo logró! Qué mundial que hizo, qué capitán que tenía Colombia. A diferencia de casi toda la Selección Colombia, Yepes llegaba al mundial sin la aprobación total de los colombianos, en especial desde algunos sectores del periodismo. Se decía que ya era lento, que su liderazgo no era positivo, que su experiencia no estaba al servicio del equipo. No tengo que escribirlo, porque es de público conocimiento la forma en que Mario Yepes hizo frente a las críticas: jugando fútbol. No sé si Mario era el corazón de la Selección, pero sí era el latido. Su entrega fue la alegría de una carrera que desemboca en el objetivo esquivo durante toda esa carrera.

Si bien es innegable que sus cierres y sus cortes deslizantes no eran los mismos de hace algún tiempo, digamos el tiempo en el que su juego nos mantuvo vivos hasta los últimos partidos de las tres eliminatorias anteriores, su entrega lo compensó. Durante los partidos del mundial fue la jerarquía, fue el llamado al compromiso a sus compañeros. En el uno a uno, en el juego aéreo fue implacable. Fue lo que un equipo espera de su capitán. Después de El Pibe, además por el hecho de ser el segundo jugador que más ha vestido la camiseta de la Selección, diría que ha sido el capitán más notable que la Selección ha tenido.

Su currículo con la Selección es sorprendente. Jugó con todos los esquemas tácticos, haciendo línea de tres con Córdoba y Bermúdez, o lo que en su momento fue llamado líbero "doble stopper". Fue líbero y fue "stopper".  Es el único jugador que estuvo presente en los dos momentos más importantes de nuestro fútbol como Selección: fue titular en el equipo campeón de la Copa América 2001 y capitán de la Selección que avanzó hasta cuartos de final del último mundial. Hizo además parte de la única Selección Colombia que jugó Copa Confederaciones. Es la figura más fulgurante de una generación que empalmó las dos más exitosas de nuestra historia. Como defensa central, Mario Yepes militó en un Deportivo Cali recordado. Fue insignia de River Plate y jugó en clubes como el Milan o el PSG. Siempre inspiró confianza desde su juego aéreo, con sus relevos, con ese cierre característico en el que desde atrás iba abajo y difícilmente pasaban rival y pelota al tiempo; con su voz de mando, su salidas al ataque y su buen saldo de goles para ser central. Seis en total con la Selección. Es después de Carlos Valderrama el jugador que más veces se ha puesto la camiseta de Colombia en partidos oficiales. Completó 102, nada más y nada menos que en cuartos de final. Si los hinchas sufrimos cada eliminación, él sufrió las tres como jugador. Al borde de su retiro y con la presión de excelentes jugadores reclamando el inevitable recambio, Mario hizo justicia a sus años de trabajo y cumplió el objetivo que persiguió toda su carrera, además llevándolo al límite, siendo ésta la mejor Selección Colombia de toda la historia, o por lo menos la más exitosa. 

Hoy la Selección lo despide, como en su momento tendrá que hacerlo con toda esta camada y las que vengan. Desde ya queda en la historia como un referente y como modelo de tenacidad para los jugadores que vengan y encaren el compromiso y el orgullo de vestir la camiseta de la Selección. Participar en cuatro eliminatorias y alcanzar el logro hasta la última siempre demostrando un nivel superlativo le pone un broche de oro al cierre de su vida como jugador, más la medalla de honor que le confiere el mundial que hizo. Hoy con los colores del ciclón de Boedo promete además jugar mundial de clubes. Vuelve y tensiona la gloria de su vida deportiva y la necesidad de homenajes. Este es a su modo uno muy pequeño.